Elegir una carrera o una profesión significa mucho más que elegir un trabajo. De esa decisión va a depender qué caminos se transitarán y qué personas se cruzarán en esos caminos. Carlos Greco, vecino de Tortuguitas desde hace 30 años, eligió ser piloto porque era una actividad que le gustaba, además de pertenecer a una familia de aviadores. A 42 años de haber empezado este camino, que lo llevó también a participar de la Guerra de Malvinas, cuenta cómo es la experiencia de hacer vuelos humanitarios.
¿Cómo fue repatriar argentinos en contexto de pandemia?
La experiencia de hacer vuelos humanitarios es muy gratificante, ayudar al prójimo a uno lo llena, más en un tema como este. Llegar a otro país y ver a las personas varadas hace tiempo, muchos ya sin dinero, sin lugar donde parar, esa incertidumbre de no saber cuándo y cómo volver a casa. Y cuando ven que llega un avión de Aerolíneas Argentinas que los va a buscar, sienten que es la salvación. El agradecimiento que nos demuestran es muy grande y nuestra satisfacción por poder hacerlo, también.
¿Tuviste miedo en algún momento?
En ningún momento tuve miedo. Ya fui a buscar pasajeros a Europa e hice dos vuelos a Shangai a buscar insumos. Tenemos protocolos muy estrictos de seguridad y si uno se aboca al estricto cumplimiento, no hay por qué tener miedo. A China no habíamos ido, y el entusiasmo de hacer una ruta nueva es interesante.
¿Cuál es la importancia para un país de tener una aerolínea de bandera?
Este tipo de hechos muestra cuan importante es. Fuimos muy criticados en Aerolíneas, pero la gente no sabe que en Argentina hacemos muchos vuelos INCUCAI, por ejemplo, para transportar órganos. Eso no se conoce, a no ser que te toque muy de cerca. Este tipo de trabajo humanitario ha salvado muchas vidas, y eso no tiene precio. Se le puede criticar que es menos rentable, pero eso es así porque es la única aerolínea que hace vuelos a lugares no rentables del país, como Formosa, Chaco, la Rioja o Catamarca, rutas que las empresas privadas no quieren hacer. Todo esto hay que ponerlo en una balanza.
¿Qué otros momentos inolvidables te trajo esta carrera?
En el año 82 trabajaba para una empresa de aviación chica, y durante la Guerra de Malvinas fuimos convocados seis pilotos y tres aviones, para hacer vuelos de avistaje de flota enemiga. Tenía 22 años, era el piloto más joven. Nuestra misión era hacer un sobrevuelo en un sector determinado del mar, para ver si había alguna fragata inglesa. Los ingleses mandaban dos fragatas de alta tecnología que hacían de barrera, entre el continente y las islas, y si veían que un avión pasaba, atacaban con misiles. Nosotros hacíamos rastrillaje del mar, para avisar donde estaban esas fragatas, para que así los aviones de caza supieran por donde podían ir y por donde no. Otros aviones comerciales tenían la misión de pinchar radares enemigos. Por estas y otras iniciativas es tan notorio el reconocimiento a los pilotos argentinos, tanto militares como civiles, en la Guerra de Malvinas.