Si ya era difícil para las mujeres compatibilizar la vida laboral y familiar en situaciones normales, de pronto llegó el Covid 19 y por primera vez, nuestra generación tuvo que entrar en cuarentena, adoptando medidas de aislamiento extremo. Desde hace cuatro meses, nuestra comunidad está expuesta a una circulación comunitaria del virus, que hace que haya que extremar las medidas de seguridad y aislamiento.
De pronto, las ayudas familiares y profesionales que daban una mano con los niños ya no pueden hacerlo, a la vez que las clases se hacen de modo virtual y los chicos pasan todo el día en casa. Todos conectados a internet intentando trabajar, estudiar y si hay un poco de tiempo, tener vida social. En esta nota, tres empleadas de la Cooperativa que están cumpliendo sus funciones desde su hogar, cuentan cómo se organizan para salir airosas ante tamaño desafío.
Natalia Diaco tiene 43 años y trabaja desde el 2011 en la Cooperativa, en la atención telefónica del 112. Con la pandemia, el trabajo se intensificó, ya que muchas de las gestiones que los abonados hacían de modo presencial, ahora las realizan a través del teléfono.
“Tengo cuatro hijos, y con la pandemia se me complica un montón poder hacer mi trabajo. Sobre todo por mi bebé de un año y medio. Vivo con mis cuatro hijos y a veces viene el hijo de mi marido también, así que somos muchos. Cuando están todos en casa (porque a veces los mayores se van con su papá) es muy difícil hacer mi trabajo, ¿cómo hacerlo si hay que cuidarlos y ocuparse de las cosas de la casa?”, asegura. Natalia trabaja con su computadora de la Cooperativa y su teléfono fijo. “Mi marido me inventó una especie de escritorio en el dormitorio, para que pueda trabajar más o menos tranquila”.
Consultada sobre cómo se organizan, sostiene que “el trabajo lo puedo hacer. Con las tareas de los chicos nos vamos turnando. Ellos usan mi celular para conectarse y descargar las tareas, la compu del trabajo no la tocan, por supuesto, y otro equipo no tenemos. Vamos armando día a día, como todos”. “La pandemia y la cuarentena cambiaron mi vida, porque si bien no me molesta no salir de mi casa, me duele mucho no poder ver a mi familia y a mis amigos. Y que los chicos no puedan salir, para distraerse un poco. Por suerte tengo un fondo pequeño, ahí juegan cuando no hace mucho frío. También se extraña ir a trabajar. Tenía por costumbre ir a caminar al Polideportivo todas las tardes cuando salía de trabajar. Eso no lo puedo hacer, era un momento para mí que ya no tengo. Tenemos un buen grupo de trabajo en la Cooperativa, extraño a mis compañeras de trabajo y el mate que compartíamos todas las mañanas”, cuenta Natalia. “Tenemos que tener paciencia, tanto los abonados como nosotros, porque esto es algo que nos excede a todos. Hay que seguir adelante”.
María Florencia Barca trabaja hace 15 años en la Cooperativa, en estos momentos atiende el Call Center. “Fui mamá en febrero, así que nunca volví a la oficina desde la licencia. Es impensado esto que pasó. Por un lado estoy agradecida de poder estar con mi bebé todo el tiempo; pero también estoy un poco estresada. Los abonados deben notar de fondo los ruiditos de nuestros hijos, somos varias en esta situación”, afirma.
“Hay días que el teléfono no para de sonar. La empresa me facilitó computadora de la oficina y tengo el Triple Play de la Cooperativa, con internet de 10 megas y con eso trabajo. Mi marido también trabaja desde acá así que nos turnamos: el que menos ocupado está atiende a la bebé, prepara la comida y así las cosas que van surgiendo. La pandemia me cambió la vida básicamente por esto de no salir por temor a contagiar a la bebé, pero no me quejo, hoy tener trabajo y cobrar nuestro sueldo en tiempo y forma, es una situación que escasea”, asegura.
Soledad Barale tiene 2 hijos, Ramiro de 6 años y Juana de 6 meses. Vive con ellos y su marido que también trabaja desde casa. “Trabajo con la beba a upa, ella quiere estar conmigo así que me acompaña mientras atiendo y resuelvo las tareas del trabajo. Uso el comedor de mi casa, ocupo el teléfono y la computadora, que comparto con mi hijo porque tiene clases online. Hay días que se complica porque nos coinciden horarios, pero nos vamos organizando”, dice Soledad.
Soledad no vive en Tortuguitas, así que siendo usuaria de otra empresa valora el esfuerzo que hace la Cooperativa en su atención al público, “ya que cuando tengo un problema con mi servicio me atiende una máquina y cuesta mucho resolver un problema técnico de manera inmediata”, asegura.
Dice que a partir de la pandemia, su vida dio un vuelco de 180 grados. “Estamos todos juntos las 24 horas de los siete días de la semana, y al estar aislados no contamos con la ayuda de la familia, que habitualmente nos da una mano con nuestros hijos mientras trabajamos. Por eso se hace difícil. Pero, también hay que decir que después de 100 días ya estamos adaptados y seguimos a rajatabla una rutina diaria para no desestructurar lo que ya habíamos construido”, resume.
Según la Organización Mundial del Trabajo, la pandemia agudizó las desigualdades de género ya existentes y puso en evidencia que las mujeres tienen más responsabilidades de cuidado familiar. Por su parte, las Naciones Unidas señalan en un informe que las mujeres representan globalmente el 70 % del personal en el sector social y sanitario.
En 2014, el INDEC publicó la Encuesta sobre Trabajo no Remunerado y Uso del Tiempo, la cual concluyó que las mujeres destinan, en promedio, casi seis horas diarias al trabajo de cuidado no remunerado (esto incluye tareas domésticas, cuidado de personas dependientes y apoyo escolar), contra las dos horas que los varones le dedican a estas tareas cada día.
A partir de la pandemia, muchas organizaciones están ofreciendo consejos y ayuda para atravesar lo mejor posible este momento. A continuación, van algunos datos de referencia: